Altar es rendirse, porque nada sucede si no entramos al Altar. Todo transcurre allí porque, cuando yo salgo de escena, es entonces que Él aparece. A veces, necesitamos cientos de señales de Dios para que nos rindamos, en cambio, allí ya estamos listos para decirle: “Señor, hoy me rindo. Te doy mi vida. Me subo a tu Altar y dejo mi vida aquí. Nada de mí; todo de Ti. Te amo, mi Señor”.
Acompáñanos para experimentar el poder de la muerte y la resurrección en Cristo.
Exploraremos el Altar como un lugar de encuentro, entrega y transformación. Aprenderemos a ver el Altar no solo como un símbolo antiguo, sino como un espacio personal y espiritual en el que renunciamos a lo viejo para recibir la nueva vida que Dios quiere darnos en Cristo.
¡Bienvenido a la Academia Vida Profunda!
Estamos muy contentos de que hayas decidido iniciar este viaje con nosotros. Este espacio está diseñado para ayudarte a profundizar tu relación con Dios, comprender mejor Su propósito para tu vida y experimentar una transformación desde tu interior. Aquí encontrarás enseñanzas prácticas y espirituales, que te inspirarán y desafiarán a crecer en la fe.
El viejo hombre. Morir a la carne. El Cristo objetivo y el Cristo subjetivo. Ejercicio práctico: Ir al Altar y entregar en la Cruz las expresiones del viejo hombre.
La sección La Carne explora la naturaleza humana y sus deseos que a menudo nos alejan de la voluntad de Dios. Analizaremos cómo los impulsos y pasiones de la carne pueden influir en nuestras decisiones y comportamientos, llevándonos a actuar de una forma que no refleja la vida en Cristo.
El alma, la expresión de la carne. Mente, voluntad y emociones. Ejercicio práctico: A lo largo de todo el día, le diremos "Señor, muéstrame lo bueno y lo malo de mí".
Rendirnos a Cristo.
A medida que concluimos este curso, queremos agradecerte por tu dedicación y apertura a lo largo de este viaje en la Academia Vida Profunda. Esperamos que las enseñanzas sobre el Altar, el viejo hombre, la carne y el alma te hayan inspirado y desafiado a crecer en tu fe y en tu relación con Dios. Recuerda que la transformación es un proceso continuo y que cada día es una nueva oportunidad para vivir de acuerdo con Su propósito.